domingo, 27 de febrero de 2011

.-5-. LA DAMA INVENCIBLE

Siento que este capitulo sea tan corto, pero ya lo continuaré:
Como hace ya mucho que no escribo La Última Dama os voy a hacer un pequeño resumen de los anteriores capítulos.
“Vesna una chica huérfana de quince años llega a Brasov con sus tíos tal y como hace todos los inviernos. Pero este invierno es especial, pues está Alex, un chico atractivo y misterioso, el cual la salva después de haber sido secuestrada por -lo que el le dijo- un vampiro.  Alex vive en una vieja mansión, que años atrás pertenecía a la familia de Vesna, junto con sus padres, una chica llamada Ivy y Peter un chico atento fuerte y con un especial interés por la felicidad de Vesna. Ellos intentan convencerla de que lo que le cuentan es real, pero Vesna no puede llegar a creerse esa historia, así que los toma por locos antes de que puedan explicarle el final…si es que lo tiene…”


.-5-.
LA DAMA INVENCIBLE

Se puede habitar en los pensamientos
Que nosotros mismos hemos cultivado,
Y rugir con desprecio y coraje ultrajado
Que el mundo haga su peor parte.

Partida.
Parting
, Charlotte Brontë (1816-1855)




Probablemente hubiese sido mucho mejor quedarse en casa y cuidar de Vesna, pero su sed de venganza era incontrolable. No podía quedarse allí sentado sabiendo lo que aquellos repugnantes sean-lo-que-sean habían echo a su pequeña y a su esposa.
   Andrei avanzaba por la espesura del bosque formada por ramas secas y árboles de hoja perenne. Por suerte para él, el sol no estaba oculto por ninguna nube. Así que, desde una locura irracional, olía desde muy de cerca su victoria. Palmeo su cadera para comprobar que aun llevaba su puñal. En cuanto tocó la empuñadura oyó un ruido justo detrás de el, así que desenfundó el cuchillo y lo posicionó delante suyo, para protegerse de cualquier amenaza.
   Delante de él, entre arbustos y plantas apareció la pequeña figura de una chica. Lucia unos cortos y brillantes cabellos castaños que hacían juego con sus pequeños e intrigantes ojos.
   -¡Ivy! –Exclamó Andrei.-
   -Yo, yo…yo…solo estaba…- Respondió ella aun sobresaltada.- Andrei, no deberías estar aquí.- dijo ella al fin.
   -Ivy, tu no lo entiendes, casi matan a Vesna y a Catalina. Estoy preparado. Voy a acabar con ellos.
   Ivy rió, pues las palabras de Andrei eran totalmente absurdas. -¿No lo entiendes? Aunque sea de día y estés armado, ¡eres un humano! Si no vienes conmigo, tendrá que venir Alex, y ya sabes que ocurrirá.
   Andrei tomó aire, pues era difícil de asimilar que se había dejado llevar por la ira, y no había tenido en cuenta lo que era obvio: los vampiros lo matarían en un abrir y cerrar de ojos.
   Relajó los hombros, que sin darse cuenta los estaba tensando. Miró a Ivy y asintió.
   -De acuerdo, iré contigo.



   Hay veces en que te ves envuelto en una situación tan complicada que te rindes ante ella, y decides, pues eso, rendirte, dejar que la situación fluya por tu alrededor. No tratas de oponerte o de intentar auto-convencerte de que no está ocurriendo, porque todos tus sentidos al mismo tiempo están gritando <<¡No te resistas, no lo puedes evitar!>> Quizás Vesna aun no había llegado a un punto tan extremo, quizás aun podría resistirse, pero no lo hizo.
   Se levantó aun débil, y sin cuestionarse nada cogió el diario -o lo que fuese- en el que se narraba la historia de la Primera Dama y con las luces del mediodía empezó a leer en silencio…

Supongo que lo primero que debería escribir es quien soy.
   Me llamo Madeleine Moldovan, vivo en Brasov, Transilvania. Es un pueblo pequeño, acogedor y hermoso…aunque quizás no, quizás no lo sea. Antes no sabía que era la hermosura, la belleza, el amor, ahora lo sé, y admito que me asusta. Creo que es irónico, ya que últimamente, por estas tierras y en algunas de más lejanas me conocen como la Dama Invencible. La verdad, puedo morir; si me clavan un cuchillo sangraré, si me ahogan me asfixiaré, pero no se porque nunca llegan a conseguirlo, quizás al fin y al cabo si que sea invencible.
   Tuve que huir de mi clan, les traicioné y ahora andan en mi caza, para castigarme duramente por mi desobediencia, y luego para matarme bajo el sol y el calor. No voy a escribir en que los traicioné, pues sería demasiada maldad, demasiada crueldad. Sí, los vampiros tenemos unas leyes que acatar, un soberano al que subyacernos  y ciertos castigos a los que someter nuestra rebeldía, y se podría decir que yo crucé los límites de los limites, hice lo inimaginable. La razón, muy simple, soy era un vampiro, un ser al que temer por su oscura grandeza, así que tuve que imponerme sobre ciertos terrenos, a los que nunca antes nadie había ido a parar.
   La muerte, eso no me preocupa, ya que a un vampiro la muerte no le da miedo, por así decirlo los vampiros somos la propia muerte. Lo que de verdad tememos es que nos arrebaten ese poder, el poder de ser distintos el poder de ser más fuertes que los simples humanos, y eso a mi ya me lo han quitado.
   ¿Cómo? Cortándome los colmillos. Sin colmillos no hay sangre que beber, sin sangre tu cuerpo acaba por crear la suya propia, sangre humana, volviéndote débil e indefenso. Pero esos estúpidos vampiros no tuvieron en cuenta una vieja profecía, en la que se hablaba de una nueva raza, una raza híbrida.
 



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