viernes, 4 de marzo de 2011

La Primera Dama (continuación cap. 5)


Supongo que lo primero que debería escribir es quien soy.
   Me llamo Madeleine Antonova, vivo en Brasov, Transilvania. Es un pueblo pequeño, acogedor y hermoso…aunque quizás no, quizás no lo sea. Antes no sabía que era la hermosura, la belleza, el amor, ahora lo sé, y admito que me asusta. Creo que es irónico, ya que últimamente, por estas tierras y en algunas de más lejanas me conocen como la Dama Invencible. La verdad, puedo morir; si me clavan un cuchillo sangraré, si me ahogan me asfixiaré, pero no se porque nunca llegan a conseguirlo, quizás al fin y al cabo si que sea invencible.
   Tuve que huir de mi clan, les traicioné y ahora andan en mi caza, para castigarme duramente por mi desobediencia, y luego para matarme bajo el sol y el calor. No voy a escribir en que los traicioné, pues sería demasiada maldad, demasiada crueldad. Sí, los vampiros tenemos unas leyes que acatar, un soberano al que subyacernos  y ciertos castigos a los que someter nuestra rebeldía, y se podría decir que yo crucé los límites de los limites, hice lo inimaginable. La razón, muy simple, soy era un vampiro, un ser al que temer por su oscura grandeza, así que tuve que imponerme sobre ciertos terrenos, a los que nunca antes nadie había ido a parar.
   La muerte, eso no me preocupa, ya que a un vampiro la muerte no le da miedo, por así decirlo los vampiros somos la propia muerte. Lo que de verdad tememos es que nos arrebaten ese poder, el poder de ser distintos el poder de ser más fuertes que los simples humanos, y eso a mi ya me lo han quitado.
   ¿Cómo? Cortándome los colmillos. Sin colmillos no hay sangre que beber, sin sangre tu cuerpo acaba por crear la suya propia, sangre humana, volviéndote débil e indefenso. Pero esos estúpidos vampiros no tuvieron en cuenta una vieja profecía, en la que se hablaba de una nueva raza, una raza híbrida.
   Yo soy la primera de esta especie, soy fuerte, rápida, la verdad es que igual que cuando era vampiro, pero hay algo distinto en mi. Lo noto al despertarme, lo noto en cada respiración, en cada palabra que pronuncio. Sueño cosas extrañas, y luego ocurren, no tal y como habían aparecido en mis sueños, pero de alguna forma pasan en la realidad. Y luego está eso…es como si estuviese protegida todo el rato, será suerte, será parte de mi nueva raza, quien sabe.
   Llevo días vagando por el mundo, viviendo aventuras, sí, pero al fin y al cabo vagando, sin rumbo al que dirigirme. Crucé el Atlántico en un barco de piratas, el galeón de Los Nueve Pájaros, donde aprendí los mil secretos del mar, el lenguaje del viento, a encontrar las historias que arrastran la olas consigo, y a descifrar los mensajes que dejan las mareas al retirarse. Se negaron a llevarme a bordo al principio, pero cautivados por mi belleza y fascinados por mi fuerza sobrehumana decidieron que era un gran tesoro al que estarían encantados de llevarse consigo. Claro que al llegar al gran continente intentaron retenerme, incluso bruscamente, pero al final me fui, sin más; compañeros de camarote, de noches con espantosas tormentas y amigos confidentes de pecados, pero ahora esos meses se reducían a eso, a unos meses y a un bonito recuerdo. Fui a vivir con los indios de America, quienes me enseñaron poderes que creía que simplemente existían en los mitos y en los cuentos, poderes de la magia blanca, como sanar, y como explorar el mundo de los sueños y el de los espíritus. Cabalgué con ellos por prados salvajes, donde nacía y crecía de todo, sin que el hombre lo hubiese cambiado.     Aun siento el aire en mi cara. Recuerdo cenas alrededor de la gran hoguera, donde el sabio curandero nos explicaba historias de amor donde las estrellas amantes estaban lejos pero aún así se amaban.
   Estuve en los Himalaya, en el desierto, en lagunas y laberintos, y ahora que lo escribo me doy cuenta de cuanto me han llenado esas aventuras. Pero no fueron solo historias divertidas que contar lo que me llevé conmigo, si no que también el recuerdo de una buena amistad.
Cuando andaba por las calles de algún pueblo de la costa oeste de los Estados Unidos se me cruzó por delante una pobre muchacha, quien intentó robarme. Como reflejo instintivo la rodeé con el brazo  por el cuello, ella me mordió, la solté, y consiguió escapar. Me hizo una buena herida y ahora que ya no era vampiro se me hacía extraño verla en mi brazo, sin curarse. Una semana después me volví a cruzar con la pequeña ladrona, quien con una terrible expresión de cansancio me empezó a contar cosas que le sucedían desde nuestro último encuentro. Cuando se enfadaba un fuerte viento soplaba, o el agua se libraba de su recipiente y estallaba por los aires asta vaporizarse, una vez el suelo tembló, y una piedra se rompió en dos.
   Fue allí cuando me hice amiga de Melody Hopkins. Ella, al morderme, ingirió mi sangre, con lo cual su ADN cambió, y se creó una subraza.

  

3 comentarios:

  1. oh como molaa una nueva raza...! jaja bueno siento no haber comentado antes Alba, es que no me fije que habias puesto otro capitulo. ahora como tengo otro blog, ahi puse el gadget de ver todos los blogs y sus actualizaciones recientes y ahi mire el tuyo jaja pasate si quieres, se llama lagrimas de un angel:
    http://lagrimasdeunangel-mabelflores.blogspot.com/
    Ah y ya puse los otros caps, bueno, espero el siguiente cap!! :P

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  2. Gracias! Y si, ya me paso ahora mismo por lagrimas de un angel :)

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  3. *.* Me encanta Alba
    Y luego dices que no tienes inspiración, sigue ;)

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